Las leyes son
hijas de su tiempo histórico y en este tiempo existe un Proyecto Nacional y
Popular que ha sabido enamorar a la Juventud como ningún otro en la historia.
Por Juan Manuel
Ayude
En sintonía con
el enorme proceso de ampliación de Derechos que se da en nuestra Patria desde el
año 2003, el Congreso de la Nación con el aporte fundamental del compañero Diputado
Andrés Larroque, se le dio media sanción al proyecto de Ley de Centros de
Estudiantes, que obliga a todas las Escuelas Secundarias públicas y privadas a
brindar las herramientas para fomentar la creación de Centros de Estudiantes y
da a los alumnos el pleno derecho a organizarse gremialmente si así lo
desearan. No puede afirmarse que esta Ley venga a llenar un vacío legal en la
materia, ya que varias normas iban en este sentido, como la Ley de Educación
Nacional promulgada por el gobierno de Néstor Kirchner -que derogó y reemplazó la
Ley Federal de Educación del menemismo- que garantiza en uno de sus incisos el
derecho a la organización estudiantil. Sí podemos aseverar que es la primera
normativa específica sobre el tema y la única que unifica criterios referidos a
esta cuestión.
La media sanción
de esta Ley hubiera sido imposible en otro momento de la Argentina. Las leyes
son hijas de su tiempo histórico y en este tiempo existe un Proyecto Nacional y
Popular que ha sabido enamorar a la Juventud como ningún otro en la historia.
¿Alguien hubiese imaginado que esta Ley saldría en tiempos donde la “no
política” era la moda juvenil, ya que no era el Estado sino los grupos
económicos quienes marcaban su propia agenda, contraria a los intereses
populares, desmotivando la participación de la Juventud en la política? Los
jóvenes a lo largo de la historia fueron artífices y acompañaron las grandes
rebeliones y revoluciones populares. Lo puede demostrar la Juventud
revolucionaria que desplegó toda su fuerza para formar el primer gobierno
patrio allá en 1810, con ese joven de prosa incendiaria y verba jacobina llamado
Mariano Moreno, de tan sólo 21 años al momento de su elección como Secretario
de la Primera Junta, como también lo pueden demostrar los jóvenes de la
Revolución Francesa de 1789 y de la Revolución Liberal en España en 1808, hija de
la primera. Puede demostrarlo el Ejército de los Andes que libertó extensísimos
territorios del sur de Nuestra América con abrumadora mayoría juvenil entre sus
filas, tanto como los jóvenes combatientes de la gloriosa gesta de la Vuelta de
Obligado. También los jóvenes de la Reforma Universitaria de 1918 y los
Radicales Forjistas que se atrevieron a denunciar a los vendepatria de la
Década Infame. Aquellos que salieron en el ´45 a mojarse las patas en la Plaza
que es del Pueblo, en el ´55 con los jóvenes
Comandos Peronistas; los fusilados del ´56, los mártires de la Resistencia como
Felipe Vallese, los jóvenes revolucionarios de vastas tendencias que lucharon
en los años ´60 y ´70, la Juventud que dio la vida por la Patria en Malvinas,
tanto como los que salieron en aquel Mayo de París y aquel otoño de Praga para
desafiar a los despotismos.
Y es esta Juventud,
la de la Generación del Bicentenario, hija de las luchas negadas de toda
nuestra historia la que acciona constantemente para consolidar y profundizar el
Proyecto Nacional, estando en cada barrio en el que el Otro, que es la Patria,
necesita de nuestra presencia, difundiendo políticas públicas de inclusión
social, discutiendo y proponiendo en igual medida que defendiendo cada vez que
tiene oportunidad, en cada charla, al gobierno popular; organizándose
gremialmente en las Universidades y en las Escuelas Secundarias. Y,
fundamentalmente, expresando el profundo amor que nos mueve como revolucionarios
de esta Patria Grande. Porque interpelados en reiteradas ocasiones por un Estado
que además se ocupa de nuestras necesidades básicas, los jóvenes volvimos a
hablar de política: la respuesta del Estado fue reconocernos como sujetos de
cambio, otorgándonos derecho al sufragio, apoteosis de la vida democrática, a
partir de los 16 años. También, recientemente, la compañera Presidenta hizo un
llamado a la militancia juvenil para que elabore íntegramente el Proyecto de
Ley sobre Prevención del Embarazo Juvenil, problema que azota a varias jóvenes
de nuestra Patria, sobre todo en los barrios más humildes. Es decir, el Estado
tiene en cuenta la opinión de los jóvenes y nos otorga herramientas legales
para que busquemos soluciones a problemáticas actuales.
Nadie duda que aún
hay mucho por hacer en materia de inclusión juvenil, sobre todo en lo respectivo
al acceso al trabajo y a la vivienda y a los problemas de adicciones. Todas
estas temáticas podrían ser abordadas con nuestra participación, como asimismo,
con la de las Universidades puestas al servicio del Pueblo. También podría
crearse un Ministerio de Juventud que se ocupe de elaborar e implementar
políticas públicas para garantizar el pleno derecho de los jóvenes. Tampoco
nadie duda que con leyes como las de Voto a los 16, Centros de Estudiantes y
Prevención del Embarazo Juvenil, la Juventud va camino a consolidarse como
fuerza de cambio central de esta nueva Argentina.
*Estudiante
secundario, escrito para la revista Aluvión Popular en el proyecto nacional
No hay comentarios:
Publicar un comentario